Tinajones del camagüeyTinajones del camagüey





El tinajón de barro, grande y ventrudo, es, por antonomasia, el símbolo cultural de la ciudad de Camagüey. El tinajón camagüeyano, orgullo de los habitantes de aquella tierra cubana de grandes llanuras tiene sus antecedentes en la vasija andaluza, o aljibe, palabra heredada del paso de los moros por España.

No abundan los aljibes; el agua se recoge en hermosas tinajas [...], colocadas en los patios, por su gran cantidad contendrán 4 ó 6 de ellas la cantidad de agua de un aljibe, escribió el habanero Antonio Bachiller y Morales sobre los típicos tinajones cuando en 1838 visitó la ciudad llamada primeramente, Santa María del Puerto del Príncipe, fundada el 2 de febrero de 1514 por los colonizadores españoles.

¿Cómo surge la tradición en las tierras del Camagüey? Una de las primeras siete villas fundadas en la Isla por los llegados de Europa en la zona centro-oriental de Cuba, a 550 kilómetros de La Habana por carretera, y a una hora de vuelo. Limita al este con la provincia de Las Tunas; al norte, con el Canal Viejo de Bahamas; al oeste, con la provincia de Ciego de Ávila; y al sur, con el Mar Caribe.

Según la historia, los alfareros procedentes del sur de España utilizaban grandes recipientes para almacenar granos, aceites, arroz, líquidos. Pero pronto se dieron cuenta de que eran magníficos depósitos para mantener fresca el agua para el consumo humano. Tanto, que se dice que no hay agua más agradable al paladar que la guardada en tinaja.

No fue privativa del territorio cubano la elaboración de estos importantes almacenes de barro. En América del Sur, por ejemplo, en especial Chile y Perú, la tradición alfarera es herencia de la cultura de los incas.

La historia recoge que los tinajones del Camagüey surgieron en patios y jardines a partir del año 1600, hechos del barro rojo de la Sierra de Cubitas. Sin embargo, la más antigua de que se tenga inscripción data del 1760.

La producción de los tinajones pasó por distintas etapas. Con auge elevado en las décadas centrales del siglo XIX, con el estallido de las diversas etapas de las guerras independentistas iniciadas en 1868, quedó prácticamente cancelada la fabricación de estos útiles elementos hogareños. Pero al menos, en cada hogar existía una de aquellas vasijas de barro.

En 1900, existían en Camaguey 16 mil tinajones. En el presente, de aquellos originales, quedan apenas 2 500. Pero a partir de 1976, y en rescate de la tradición alfarera, volvieron a poblar la urbe.

El tinajón de ahora no ha perdido su esencia. Hay un modelo clásico que llegó hasta la actualidad. Posee una voluminosa panza, líneas geométricas delimitadas y un reborde destacado, o amigdaloide.

Sobre los tinajones hay muchas leyendas. Se dice que quien bebe de su agua se queda a vivir en la ciudad, por cierto bellísima; otros rumoran que galanes de amores prohibidos los utilizan como escondite nocturno, y hay una anécdota de la guerra, en 1875, que narra como un soldado del Ejército Libertador cubano salvó la vida cuando se introdujo en una de las vasijas, pues a pesar de la represión española que lo buscaba por una delación, tuvo la valentía de visitar a un hijo enfermo cerca de la histórica plaza de San Juan de Dios.

Son notables los cuentos que atesora esta admirable tierra, la más llana de Cuba. Su nombre mismo nombre es una voz indo cubana, de origen arauco.

Su posible origen es Camagua / ey .La camagua es un arbusto silvestre de tierras bajas. La terminación ey indicaba del linaje de, de la estirpe de, descendiente de. Por ello, la voz Camagüey indicaba la ascendencia (mágico-religiosa) a partir de este árbol, del cual se consideraban descendientes los caciques del territorio, al que también le daban su nombre.

Camagüey es famosa por sus hermosos paisajes (posee la mayor cantidad de cayos e islotes del país y cuenta con más de 120 kilómetros de hermosas playas asociadas a las cayerías norte y sur de su área, sus pastizales, sus historias patrióticas y sus leyendas de tradición oral llegadas hasta nuestros días, muchas heredadas de los andaluces asentados por esos lares.

Pero, sin dudas, lo que más atrae la atención de los visitantes a la capital son los ventrudos tinajones, que desde tiempos ya perdidos en la memoria, contemplan el paso de las nuevas generaciones de camagüeyanos, orgullosos de sus añejas tradiciones.

Y recuerde, si desea retornar a su lugar de origen, si es que sólo va de paso por Camagüey, evite tomar agua de tinajón, pues según la leyenda popular, El que tome agua del tinajón permanece para siempre en este lugar" o también aquel joven que tome agua del tinajón, ha de prendarse de una camagüeyana y permanecer en esta tierra para siempre.