La primera referencia a esta zona nos llega en el siglo XVI cuando Juan Griego erige una ermita en esta área límite entre el campo y lo urbanizado, donde se encontraba una pequeña laguna.
En 1601 la ermita se cede a unos frailes mercedarios llegados de Santo Domingo para levantar, mediante donativos, un convento. La edificación de la iglesia dio importancia a la zona. Pero la definición de su espacio actual no se consolida hasta el siglo XVIII.
Hacia 1759 se concluye la reedificación de la iglesia, un templo de tres naves con bóvedas de cañón construido todo de ladrillos. Durante este siglo se construyen viviendas uní-plantas que van cerrando el espacio hasta reducirla a un triángulo.
A partir de la década del 80, al secarse la laguna, se compacta la perspectiva urbana que enlaza la Plaza de la Merced con la de Nuestra Señora de la Soledad.
El siglo XIX trae el florecimiento del enclave con la instalación de numerosos negocios tanto en ella como en las cercanías, lo que genera un importante núcleo comercial que se fortalece con la desaparición de la plaza del mercado que existía en la plaza de la Parroquial Mayor o de Armas. Y tienen cabida todo tipo de actividades de índole recreativa como representaciones teatrales, ferias y corridas de toros. Y se elevan algunas construcciones como símbolo y ejemplo del desarrollo económico de la villa tal es el caso de la casona de los Recio (casa natal) a principios del siglo.
En 1899, a raíz de la intervención norteamericana, se le cambia el nombre por el de Charles A. Dana, director del periódico Sun de Nueva York, por los beneficios y apoyos de este a la causa cubana. Igualmente tiene lugar la creación de un parque con su mobiliario urbano, bancos, árboles y un estanquillo de prensa.
Desde 1888 la presencia de los Carmelitas en el Convento de la Merced, y la oficialización de la orden a partir de 1907-1908, hace que entre las procesiones se incluya la del Niño Jesús de Praga, continuidad de las funciones de centurias anteriores.
La modernidad del siglo XX modifica la imagen de la plaza con un marcado eclecticismo. Se construye el banco The Royal of Canada, la Sociedad Popular de Santa Cecilia erige su enorme sede en un monumental edificio con un teatro y la tienda “La Gran Señora” se instala en un edificio de dos plantas y balcón corrido. Todo lo cual cambia la imagen del entorno de la plaza, reduciendo visualmente el espacio público.
El parque se amplia con una fuente, y durante las primeras décadas es sitio de concurrencia para los jóvenes intelectuales del Camagüey. Teniendo allí su peña Nicolás Guillén y otros muchos.
En 1937 se le cambia el nombre por el de Fulgencio Batista y entre los 40 y 50 se hace una remodelación, se siembra la ceiba en el centro y se coloca un busto de José de la Luz y Caballero por la logia masónica.
Entre las últimas décadas se levantan edificios con códigos modernos. La emisora tiene por sede un edificio Art Decó que nubla la imagen de la Popular mutilando sus visuales y en la esquina del callejón aparece un edificio racionalista que nada tiene que ver con el entorno.
En 1961 se elimina el parque ante la necesidad de un parqueo a las instituciones enclavadas en su entorno, principalmente la CTC, ubicada en la antigua Sociedad de Santa Cecilia.
En la actualidad y desde 1971 el espacio es cita de jóvenes y adolescentes además de numerosos espectáculos musicales que habitualmente te celebran. Y sitio de concentración de trabajadores para todo tipo de acto político y cultural. El hecho de ser un espacio abierto ha propiciado su uso asociado a las actividades del San Juan y otras festividades.