Una de las más bellas e históricas ciudades cubanas es la de Camagüey, también llamada la Ciudad de los Tinajones.

Una de las más bellas e históricas ciudades cubanas es la de Camagüey, también llamada la Ciudad de los Tinajones, cuna de famosos intelectuales, entre ellos el Poeta Nacional, Nicolás Guillén, y guardiana de algunos de los patrimonios culturales más importantes del país.

Por eso, a esta villa, una de las siete primeras fundadas por los colonizadores españoles en 1515, se le conoce también como La Legendaria.

Situada en el centro este de la Isla, a unos 900 kilómetros de La Habana, su primer nombre fue Santa María del Puerto del Príncipe, y tiene un imperio de famosas llanuras, pues la provincia, del mismo nombre, posee alrededor de 16 mil kilómetros cuadrados, los que la convierten en la más extensa de Cuba.

Caminar por las calles de Camagüey, la capital provincial, es como un paseo por la historia de Cuba.

La heroicidad de su pueblo, demostrada durante las memorias patrióticas, unido a sus virtudes de honestidad, hacen de la ciudad un lugar deseado tanto para turistas nacionales como extranjeros.

Con sus sorprendentes plazas, e iglesias y sus calles concurrentes, únicas de la localidad, la tercera ciudad más importante de la Isla posee el mayor centro histórico del país (300 hectáreas).

Sus museos y templos, que guardan tesoros del arte funerario de los siglos XVII, XVIII y XIX, son parte de un paisaje urbano difícil de igualar.

Siempre sorprende la contemplación y el recorrido de sus estrechas callejuelas adoquinadas y sinuosas. Trasponer cualquiera de las bien conservadas casas coloniales camagüeyanas es mantener el asombro ante una imprevista plazuela, una plaza arbolada, un sitio que deviene siempre complaciente remanso para el caminante.

En la ciudad de Camagüey se entretejen leyendas y tradiciones (como el San Juan Camagüeyano). Amores contrariados, desgarramientos sentimentales ocasionados por las guerras, sublevaciones, incendios, ataques de piratas, saqueos y otros avatares conformaron esta villa que es orgullo de sus habitantes.

Creció la bellísima ciudad entre las márgenes de los ríos Tínima y Hatibonico, en el centro de las extensas llanuras de esta región. Fue extendiéndose con calles como laberintos y numerosas iglesias, en perfecto estado de conservación, cuyas torres de magnifica altura sirven de guía a los que pisan sus adoquines por la primera vez cuando se pierden en la confusión urbanística.

Es pródiga también la Naturaleza en esta región cubana. La naturaleza camagüeyana exhibe bellos paisajes que prometen un intenso disfrute. La Sierra de Cubitas es la mayor reserva local de flora y fauna, donde existen más de 300 especies vegetales, algunas autóctonas; abundan las aves y se localizan cientos de cuevas y peculiares relieves. Cayo Sabinal, al norte, alberga una de las mayores áreas de nidificación de flamencos rosados del Caribe. Al sur, gran cantidad de cayos e islotes poseedores de excelentes zonas de pesca, conforman el archipiélago Jardines de la Reina.

Distingue a la ciudad su vasta cultura que rebasa los siglos. Venerados sus escritores y poetas, sus artistas, sus patriotas, ahora es también sede de importantes teatros, casas de cultura, de la trova, además del famoso Ballet de Camagüey, el notabilísimo grupo artístico Maraguán.

Los llamados principeños viven con la preocupación de mantener impoluta al paso del tiempo, las riquezas heredadas desde el día en que los colonizadores españoles desembarcaron en Punta de Guincho, en la costa norte de esta región, y llamaron a ese asentamiento el Puerto del Príncipe.

La amabilidad de sus habitantes, siempre prestos a la sonrisa, a la explicación del lugar visitado, han tejido la leyenda de que quien bebe agua de tinajón en Camagüey queda embrujado para siempre por esta ciudad en la que historia y tradición se dan la mano como símbolo de cubanidad.(Lídice Valenzuela)